En este apartado se brinda un poco de informacion sobre los que vivieron en este lugar.
Inca del Perú (Cuzco ?, h. 1465 - Quito, 1525). Heredó el Imperio Inca de su padre, Túpac Yupanqui, en 1493. Tras luchar contra sus hermanos para asentarse en el Trono, desarrolló varias campañas militares en el norte, que condujeron al imperio a su máxima extensión, incorporando amplios territorios en torno a Cajamarca y Quito. Para asentar su dominio sobre esa zona se casó con una quiteña y trasladó la Corte imperial de Cuzco a Quito, desplazando así hacia el norte el centro político del Imperio. Aunque hubo de sofocar varias revueltas, en general el reinado de Huayna Cápac fue un periodo de estabilidad, que permitió la construcción de grandes templos y obras públicas. Sin embargo, facilitó la descomposición del imperio al dividir la herencia entre su hijo legítimo Huáscar (al que legó la parte sur, con capital en Cuzco) y su hijo predilecto Atahualpa (al que hizo rey de la parte norte, con capital en Quito). Desde 1523 tuvo noticia de la presencia en Sudamérica de los españoles, encabezados por Alejo García; fueron probablemente ellos quienes extendieron la epidemia de origen europeo por la que murió el propio inca. Siete años después, el enfrentamiento entre sus dos hijos permitió la dominación del Perú por el reducido ejército de Pizarro.
(?-muerto en Chinchero, 1493) Soberano inca (1471-1493). Hijo del prestigioso soberano Pachacuti, a los quince años fue nombrado heredero al trono. Ya en tiempos de su padre sobresalió como uno de los más grandes generales de su pueblo, al realizar una serie de conquistas que llevaron al Imperio Incaico a su punto culminante: se apoderó de Chachapoyas, así como de Mayobamba, llevó sus armas hasta el reino Chimú y llegó a impulsar diversas expediciones navales. En cambio, sus expediciones a las regiones selváticas del río Tono no tuvieron tanto éxito, y fueron abandonadas ante la revuelta de los Colla y los Lupaca, en la cuenca del Titicaca. Una vez sofocada la rebelión, Túpac Inca Yupanqui marchó hacia el sur, llegó hasta Tucumán y, a continuación, consolidó sus posesiones en la costa. Cuando su padre abdicó en su favor, en 1471, se caracterizó por la voluntad de asentar la estructura imperial creada por Pachacuti y llevó a cabo la ampliación de la fortaleza de Sacsahuamán. A su muerte le sucedió su hijo Huayna Cápac.
(Cuzco, Perú, 1491-Cotabamba, id., 1532) Soberano inca. Llamado oficialmente Tupic Cusi Hualpa, fue el duodécimo Inca del Tahuantinsuyo. Era hijo de Huayna Cápac y de su esposa legítima Araua Ocllo. Tras la conquista de Quito, su padre la convirtió en segunda capital y residencia del Inca, viviendo en ella con una princesa quiteña y el hijo que había tenido con ésta, Atahualpa. Huáscar, por su parte, siguió residiendo en Cuzco junto a su madre.
A la muerte de Huayna Cápac, en 1525, Huáscar fue proclamado Inca con el apoyo de la nobleza tradicional y en contra de la última voluntad de su padre. Coronado en Cajamarca, fue reconocido en todo el imperio, excepto en el reino de Quito, donde gobernaba su hermanastro Atahualpa, que fue elegido Inca por el ejército y el pueblo.
Estalló entonces la guerra civil y los dos hermanos se enfrentaron en Riobamba. Atahualpa, que disponía del ejército del norte y había establecido su base en Cajamarca, envió sus fuerzas contra Cuzco. Aparte de las pretensiones de ambos por ceñirse la mascapaisha, símbolo de la autoridad del Inca, en el sangriento conflicto concurrieron otras causas, entre ellas los intereses de la vieja nobleza y el clero, que apoyaban a Huáscar, y de los generales, quienes hacían lo propio con Atahualpa.
La herencia cultural de los pueblos prehispánicos que habitaron en la zona austral del actual Ecuador –cifrada la religiosidad profunda, el respeto a la tierra, el trabajo de la arcilla y los metales- constituye, sin duda, parte fundamental de nuestra identidad.
Cuenca se levanta sobre la antigua ciudad inca de Tomebamba, lugar de nacimiento de Huayna-Cápac, el más célebre de los señores del Tahantinsuyo, hijo del emperador Tupac Yupanqui, quien decidió fundarla sobre el asentamiento cañari de Guapdondélic, por motivos políticos, pero también debido a una indudable atracción por el sitio.
El clima benigno, los amenos paisajes del entorno, la abundancia de agua y la extendida fama de sus habitantes por su habilidad de orfebres y ceramistas, determinaron la llegada al sector de los primeros europeos, que establecieron un Recinto, a principios del siglo XVI.
Décadas más tarde, el día lunes 12 de abril de 1557, por orden del virrey del Perú Andrés Hurtado de Mendoza, Gil Ramírez Dávalos, en unión de un grupo de españoles y de los caciques Diego, Juan Duma, Luis y Hernando Leopulla fundaron una ciudad bajo el nombre de Santa Ana de los ríos de Cuenca.
El periodo Colonial duró tres siglos, en los que se consolida una personalidad mestiza de interesantes rasgos: sensible, amante del paisaje, conservadora de sus bienes, tranquila y laboriosa, que se enriqueció, particularmente, por el comercio de sus artesanías, en especial de sus tejidos, y gracias a la explotación y trabajo de los metales.
Otro rasgo de mestizaje fue la apropiación de un modelo arquitectónico proveniente, sobre todo, de la región de Andalucía, construido mayoritariamente con los materiales del sector, marcará de modo definitivo el rostro urbano de la pequeña ciudad, su carácter de villa colonial, en pleno período republicano. Mérito adicional es haber conservado en el centro histórico la traza geométrica en damero, respetando la división del espacio urbano por barrios, de acuerdo con la ocupación de sus habitantes.
La importancia política y económica alcanzada por la provincia azuayo-cañari durante la época colonial y, sobre todo, por la ciudad de Cuenca, que llega en el siglo XVIII a ser una de las más pobladas del antiguo Reino de Quito, determinó el movimiento independentista del 3 de noviembre de 1820, que estaba a tono con lo que ocurría en el resto del país. No hay sino que pensar en las fechas de independencia de Guayaquil, Loja o Azogues, para confirmar lo dicho.
El resto de la historia de Cuenca sufre los vaivenes del período previo a la República y de la intensa vida republicana del Ecuador, en la cual la ciudad ha ocupado siempre un papel protagónico
Museo y Parque Arqueológico Pumapungo
El Museo y el Parque Arqueológico de Pumapungo representan un reconocimiento de los valores de lo Kañari y lo Inka, culturas fusionadas a lo largo de los siglos, que nos han dejado una perenne huella de su identidad precisamente en la zona de la actual ciudad de Cuenca y su entorno. El Banco Central ha conservado los vestigios del barrio de la Tomebamba Inka, construida sobre la Guapondélig Kañari, que representan la parte predominante de nuestro ser y nuestro espíritu.
El Parque Arqueológico cuenta con el respaldo académico de la UNESCO, y es un espacio educativo alternativo, con impacto en más de diez mil estudiantes, pues su conocimiento y difusión debe formar parte de los programas didácticos en las escuelas y colegios.
El "Centro del Saber del Guacamayo y la Serpiente", desarrolla un programa permanente de formación e investigación en arqueología, en el que lo kañari e inka merecen toda la importancia científica que los expertos le confieren.
La biodiversidad andina, simbólicamente expresada en cultivos y presencia de aves, llena el espíritu compenetrado con los valores arqueológicos, se siente ese gran todo que forman con el hombre más de ocho mil plantas correspondientes a cuatrocientas especies nativas de los Andes y hermosos especímenes, dignos representantes de la flora y fauna, en un sitio privilegiado, concebido como un microcosmos de lo andino.
La constatación de la importancia del sitio arqueológico se da, al contemplar los vastos cimientos de la gran kancha, sitio de reunión comunitaria en el período inka-kañari; de las kallankas, especie de cuarteles» donde miembros del ejército inka vigilaban permanentemente el sitio sagrado y cuidaban de satisfacer las necesidades de las "aqllas", mujeres consagradas al Sol y al Inka, y de los sacerdotes; del Aqlla Wasí, la casa de las escogidas, en donde éstas, bajo la vigilancia de las mamakunas, ancianas respetables y sabias, elaboraban cerámica, tejidos y otras artesanías para el culto al Sol para el Inka y los dignatarios de la corte, y cuidaban de los pasos de la liturgia de su religión; del Qurikancha, templo y adoratorio del Sol, que guardaba las momias sagradas; de los "andenes", que simbolizaban pasos para llegar desde la parte baja, vecina del río, hasta lo alto de la colina en donde estaba el templo solar; de los hornos de cerámica abiertos, como los que aún se usan en pueblos indígenas; del túnel, que simbolizaba el mundo subterráneo (Uku pacha), habitado por las wakas, los espíritus de los antepasados; del gran canal, el baño ritual del Inka y la reconstruida lagunilla, consagrada a Tiksi Wiraqucha.
Por pocos es conocido a nivel nacional e internacional, el hecho de que en el valle donde actualmente se encuentra la ciudad de Cuenca, se levantó a finales del siglo XV una de las urbes más imponentes y hermosas del antiguo imperio incaico: la mítica Tomebamba.
Fundada por el Inca Túpac Yupanqui tras la victoria conseguida sobre los cañaris, Tomebamba fue, de acuerdo a algunos cronistas, la cuna de su hijo Huayna Cápac y por consiguiente, considerada un espacio sagrado en el que se levantaron majestuosos templos y palacios. Del antiguo esplendor de esta ciudad sin embargo, queda ya muy poco. Tras su destrucción durante la guerra civil entre los hijos de Huayna Cápac (Huascar y Atahualpa), los primeros conquistadores españoles se encargaron de hacerla prácticamente desaparecer del mapa, pues las hermosas piedras labradas que aun quedaban en las ruinas, fueron aprovechadas por los europeos para construir las primeras edificaciones de la naciente ciudad de Cuenca. Apenas dos sitios hoy dan testimonio de la presencia incaica en estas tierras: Las ruinas de Todos Santos (en donde se encuentran además vestigios cañaris y españoles) y el Parque Arqueológico Pumapungo.
Por mucho tiempo abandonado, el sitio arqueológico de Pumapungo, ubicado en el extremo este del barranco del río Tomebamba, empieza a cobrar interés a los ojos de la ciencia y la cultura gracias al trabajo realizado a principios del siglo XX por el arqueólogo alemán Max Ulhe, quien con sus investigaciones sentaría las bases para los posteriores estudios y campañas arqueológicas que en este lugar se han hecho. Mas tarde, el Banco Central del Ecuador adquiere a la Compañía de Jesús los terrenos en donde se emplazan las ruinas e inicia en 1981 un proceso de recuperación de las mismas.
Finalmente, luego de un largo trabajo de investigación, planificación y restauración, Pumapungo (que en quechua significa "Puerta del Puma") se convierte en el año 2003 en "Parque Arqueológico", constituyéndose además en un verdadero centro "etno-botánico", concebido con la visión ancestral andina que consideraba que todo tenía relación sistemática entre sus partes. En Pumapungo, por lo tanto, además de la importantísima arqueología del lugar, se puede encontrar una recreación del Mundo Andino, representada por los "Jardines del Inca"(en donde se han sembrado casi diez mil plantas de cuatrocientas especies) y el "Centro de Rescate y Tránsito de Avifauna Silvestre", en el que conviven numerosas aves nativas del Ecuador que han sido rescatadas y que hacen alusión a las aves y animales totémicos de las culturas cañari e inca. Existen además huertos en los que se cultivan productos que fueron el sustento de la economía incaica, tales como el maíz, la quinua, la papa, plantas frutales y medicinales, etc. En un recorrido por el Parque Arqueológico el visitante puede encontrar explicaciones que enseñan el nombre científico, las características y el uso de todas estas especies.
En cuanto a la arqueología, se conservan las estructuras de casi todos los edificios que constituyeron este importante barrio administrativo y religioso de la ciudad de Tomebamba. Entre ellas podemos observar por ejemplo, en la parte superior, los cimientos de las Kallankas o cuarteles, desde donde los soldados vigilaban permanentemente este sitio sagrado. A un lado está el "Aqlla Wasi" o lugar de residencia de las "Vírgenes del Sol", quienes eran mujeres escogidas para el servicio al Inca y a los sacerdotes a través de la elaboración de vestimenta, artesanías para el culto al Sol y ejecución de rituales religiosos. Mas adelante y mirando hacia el oriente, lugar en donde nace día a día el astro rey, se encuentra el Quricancha o adoratorio, desde el cual se puede observar una espléndida vista panorámica. También en la parte superior se ubicaban los "Palacios Exteriores" en donde posiblemente moraban caciques cañaris.
Un elemento muy atrayente lo constituyen las terrazas escalonadas, en donde se cultivaban productos relacionados con el culto al Sol y se representaba la ascensión espiritual de los incas, al comenzar éstas en la zona inferior junto a los jardines y llegar hasta la parte más alta en donde se encontraba el templo. En esta sección se observa también la entrada a un túnel de más de treinta metros de largo que sirvió de mausoleo y que simbolizaba el mundo subterráneo, hogar de las wacas y los espíritus de los antepasados. En la parte baja, junto a los jardines, se observan interesantes estructuras que conforman un gran canal de riego y un baño ritual que se destinaba a la purificación de los cuerpos. Existe también en este espacio, una lagunilla recientemente reconstruida, la cual, de acuerdo a los cronistas, formaba parte del conjunto de Pumapungo y estaba consagrada al dios Tiksi Wiracocha.